Quizás muy pocos seres que compartan nuestra existencia lleguen a comprender lo que ciertos acontecimientos significan en nuestra mente, nuestro cuerpo y en ese remolino varias veces manso de las emociones.
Cuando esas personas ya no están en nuestros días uno puede destruirse en su ausencia o agradecer profundamente que hayan sido el milagro de ser todo en nuestra vida.