viernes, agosto 19

No sé ni dónde empieza ni dónde termina el mundo. Sé que quiero caminarlo. Suficiente.

Estábamos en París, más precisamente cenando en Montmartre, en un bar, en una esquina, decididas a pagar bastante más que en las demás comidas porque nos lo merecíamos y porque Francia así lo inspiraba.
Loló, Angie y yo en Montmartre

En la cena tomamos una decisión que vino acompañada de un brindis, unas risas (más bien carcajadas) y un "pero hay que cumplirlo eh" y con esa frase  lo dicho se transformó en una promesa. 

Nuestra amistad siempre tuvo ese toque místico que cada una desde su lugar le sabe aportar.

A nuestro regreso a la Argentina -durante el 2011- emprenderíamos una serie de viajes para celebrar el cumpleaños de cada una. Abril, Julio y Septiembre contienen nuestros 1º, 28 y 25 respectivamente. Y es por cada uno de ellos que elegimos un destino al que iríamos siempre y cuando cumpliera con una condición prefijada: un lugar desconocido o que no recordáramos con exactitud.
Para algunos será un stop en el año, una viajecito menor. Para nosotras es hacer lo que amamos: viajar, conocer, reírnos, aprender, compartir, hablar, observar, escuchar, atravesar, transcurrir, oler, saborear, respirar y encapsular para siempre nuevos paisajes, personas e historias. 

Así fue que conocí Ushuaia y deseé que mi amiga Angie sea feliz 
Así fue que regresé de Los Saltos de Moconá deseando algo nuevo y bueno para mis 28
Así es que planeamos el próximo destino hacia no sabemos dónde para abrazar a mi amiga Loló y desearle todos los colores  que calman y llenan el alma. 

En mi bio de Twitter puse que "Cada lugar que conozco parece ser mi lugar en el mundo" Debe ser por eso que me incómoda tanto que me pregunten de dónde soy. Es que no lo tengo claro... Aún.